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La contaminación plástica también invade tejidos y órganos del cuerpo humano

El plástico ha pasado de ser un gran descubrimiento que facilitaba la vida de las personas a una grave amenaza para el medio ambiente y para nuestra salud. La contaminación plástica de la tierra, el agua y el aire es un problema mundial. Incluso cuando las bolsas o botellas de plástico se desintegran y parecen haber desaparecido continúan siendo una seria amenaza, incluso más que antes. Estos objetos de plástico pasan a ser micropartículas que entran dentro de la cadena alimentaria o incluso se desplazan por el aire.

Hasta ahora se ha estudiado ampliamente el efecto de los microplásticos en los ecosistemas, sobre todo en los marinos, pero se ha olvidado el impacto que estos pueden suponer sobre el cuerpo humano.

Ahora, un estudio, presentado en el Congreso virtual de la Sociedad Americana de Química (ACS), ha revelado que estos micro o nanoplásticos no biodegradables permanecen en órganos humanos.

”Hay evidencia de que el plástico se está abriendo camino en nuestros cuerpos, pero muy pocos estudios lo han buscado allí. Y en este punto, no sabemos si este plástico es solo una molestia o si representa un peligro para la salud humana”, explica Charles Rolsky, uno de los autores del estudio.

Los científicos definen los microplásticos como fragmentos de plástico de menos de 5 mm de diámetro. Los nanoplásticos son incluso más pequeños, con diámetros inferiores a 0,001 mm. La investigación en modelos animales y de vida silvestre ha relacionado la exposición a micro y nanoplásticos con la infertilidad, la inflamación y el cáncer, pero actualmente se desconocen los resultados de salud en las personas.

Estudios anteriores han demostrado que los plásticos pueden atravesar el tracto gastrointestinal humano, pero Rolsky y Varun Kelkar, de Universidad Estatal de Arizona, se preguntaron si las estas pequeñas partículas se acumulan en los órganos humanos.

Para averiguarlo, los investigadores obtuvieron muestras de un gran depósito de tejidos cerebrales y corporales que se estableció para estudiar enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer. Las 47 muestras se tomaron de pulmones, hígado, bazo y riñones, cuatro órganos que probablemente estarán expuestos, filtrarán o recolectarán microplásticos. El equipo desarrolló un procedimiento para extraer plásticos de las muestras y analizarlos mediante espectrometría μ-Raman.

Los investigadores también crearon un programa informático que convirtió la información sobre el recuento de partículas de plástico en unidades de masa y área de superficie. Una herramienta que se compartirá en línea para que otros investigadores puedan informar sobre sus resultados de manera estandarizada.

El jefe del laboratorio a cargo de la investigación, Rolf Halden, detalló que esa base de datos permitirá “comparar las exposiciones en órganos y grupos de personas a lo largo del tiempo y del espacio geográfico”.

El método permite a los investigadores detectar docenas de tipos de componentes plásticos dentro de los tejidos humanos, incluidos el policarbonato (PC), el polietileno tereftalato (PET) y el polietileno (PE).

Los resultados del estudio confirmaron la presencia de plásticos en todas las muestras. El bisfenol A (BPA), que todavía se utiliza en muchos envases de alimentos a pesar de los problemas de salud que provoca, apareció en las 47 muestras humanas estudiadas.

Los investigadores explicaron que este es el primer estudio que examina la presencia de micro y nanoplásticos en los órganos humanos de individuos con exposición ambiental. Los donantes de tejidos brindaron información detallada de su estilo de vida y su dieta. Esto, aseguró Halden, permitirá conocer cuáles son “las posibles fuentes y rutas de exposición micro y nanoplástica”.

”Ahora faltará determinar si esta presencia de micro y nanoplásticos puede suponer un riesgo para la salud de las personas.

Una vez que tengamos una mejor idea de lo que hay en los tejidos, podemos realizar estudios epidemiológicos para evaluar los resultados de la salud humana. De esa manera, podemos comenzar a comprender los posibles riesgos para la salud, si los hay”, dice Kelkar.